lunes, 22 de septiembre de 2014

...(IV) EL ESTADO GARANTE Y RESPONSABLE: ENREDOS EN EL GUADALQUIVIR. "EL CONFIDENCIAL".- EL MINISTERIO IGNORA LAS DENUNCIAS PUESTAS CONTRA EL PRESIDENTE DEL GUADALQUIVIR


  

 
El emperador romano Constantino (306-337 DC), quien se destacó como militar y hombre implacable, solía castrar a los servidores públicos. Pero no como un castigo a funcionarios deshonestos o indolentes, sino como prevención de la corrupción

Constantino, considerado modelo de la virtud y santidad cristiana, pensaba que los funcionarios públicos debían ser leales sólo al césar (el Estado), y no a ellos mismos o a sus familias. Suponía que los eunucos, así castrados, reducido su apetito sexual y anulada su capacidad de reproducirse, se libraban de la codicia, las flaquezas y pasiones de los hombres normales y así podían llegar a ser verdaderos servidores públicos. El eunuco se conviertía en una persona de confianza de las altas esferas, en el mediador entre el rey y sus inferiores. A cambio de todo lo que se les quitaba se les otorgaba poder y privilegios, convirtiéndose en leales hombres de confianza de reyes y emperadores. Constantino estaba equivocado.
En la Roma de Constantino, pese a que los funcionarios ya no tenían familias, amantes, esposas o hijos, el robo a las arcas del imperio prosiguió inalterable. El gran Constantino, que venció a todos sus poderosos enemigos, no consiguió derrotar a la corrupción empotrada en el servicio público del imperio. No logró que los funcionarios dedicaran sus vidas a trabajar honesta y desinteresadamente por el pueblo aún despojándolos de su naturaleza humana.

Este intento de cambiar, al igual que en muchas otras culturas y épocas, las normas establecidas, no funcionó, y terminó con muchos eunucos ejecutados y con una purga de aquellos que se encontraban sirviendo a reyes y emperadores y cuyo único fin era la avaricia y la mezquindad. 

El problema fundamental de la corrupción, entonces como ahora, no era hormonal, sino estructural.

Hoy muchas pruebas e indicios nos señalan cómo, en el ámbito público, los valores de verdad y justicia son despreciados en demasiadas ocasiones. 

Ejemplo, la respuesta estéril ante el aviso de auxilio de los empleados públicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a su Ministro por los constantes abusos y alegalidades perpetradas por funcionarios de "élite" en el Organismo en el que prestan sus servicios. Servicios públicos de cuya prestación el Estado debe ser garante y responsable. 

El resultado, en general a la vista de los últimos acontecimientos, un Estado de Derecho vulnerado incontables veces por personas que forman parte de las Administraciones Públicas, en este caso con total impunidad, con la consecuencia directa de desprestigiar y promover la desconfianza ciudadana en la Administración y en sus empleados públicos.

Para dar un golpe mortal a la corrupción no es necesario contratar ángeles consagrados a la función pública, y menos aún castrarlos buscando despojarles de su debilidad humana. Sólo es preciso que exista suficiente HONRADEZ, INTEGRIDAD y DILIGENCIA en aquellos a los que les son otorgados los poderes del Estado.

"El Confidencial" sigue encajando piezas del puzzle:

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