lunes, 23 de febrero de 2015

PUNTADAS CON HILO. NI AUSTERIDAD, NI EFICIENCIA, EXTRALIMITACIÓN DE FUNCIONES. NI EJEMPLARIDAD, NI HONRADEZ.
















Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos…Eduardo Galeano (Uruguay 1940).
Los recursos humanos, es decir, las personas que realizan un trabajo dentro una empresa, son el principal patrimonio, precisamente, de esa empresa. Los expertos que analizan el éxito o el fracaso de las empresas establecen que sus administradores no deben despreciar, ni deben desperdiciar este preciado recurso, pues de él depende en gran medida el que esa empresa funcione.
Concluyen estos expertos que si una empresa cuenta con unos recursos humanos adecuados sus gestores cometerían un gran error al infravalorar su importancia, pues incluso la mejor de las ideas sólo sale adelante gracias al trabajo que aportan los miembros del equipo.
Es la cualificación y la capacidad profesional de los trabajadores lo que ayuda a levantar un proyecto y en caso de éxito, lo que le proporciona un valor añadido fundamental.
Al leer esto se puede pensar que es una perogrullada, sin embargo en el caso de la Administración Pública los gestores no son conscientes de la importancia de los recursos humanos propios con los que cuentan.
Una valoración de los recursos humanos de una empresa privada suele hacerse en términos de costes versus beneficios.
En la Administración Pública el recurso humano propio y garante del servicio público es un gasto, como se constata en los presupuestos anuales, Capítulo 1: "Gastos de Personal". En la Administración Pública se considera una inversión contratar servicios con empresas externas, por ende recursos humanos externos, para realizar los trabajos que deben ser realizados por el personal propio de la administración.
Motivar al trabajador en la empresa privada casi siempre resulta más sencillo que en la Administración Pública. En primer lugar, porque está en juego el puesto de trabajo, ya que si el trabajador piensa que haciendo bien las cosas tiene más posibilidades de continuar en la empresa, se esforzará más; también es sencillo incentivar vía mejora económica.
En la Administración Pública, los empleados públicos tienen, de momento, su estabilidad laboral asegurada, y la vía de los incentivos económicos está muy limitada. Es por ello que la motivación ha de llegar por otros caminos; a través de una estructura organizativa clara; mediante la cercanía y el reconocimiento del político de turno; además se ha de respetar el trabajo y las iniciativas de los empleados públicos y por supuesto el entorno de trabajo ha de ser lo más agradable posible.
La primera finalidad de una empresa o de un empresario es ganar dinero, la de la Administración Pública es y debe ser la prestación de servicios. Esto no significa olvidar la eficiencia, que debe siempre estar presente en la gestión pública, pero el funcionamiento ha de ser distinto al de la empresa privada, ya que los objetivos lo son.
La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir no es una empresa privada y en ella existen personas que deben considerarse profesionales: los empleados públicos a su servicio.
La labor de los empleados públicos en el seno de las Confederaciones Hidrográficas es fundamental para llevar a cabo las funciones que les han sido encomendadas. Sin un control efectivo, una tutela permanente y vigilancia organizada es completamente impensable la práctica de una política de aguas eficaz. Estos empleados públicos, profesionales, son justamente los garantes de esos derechos. 
Hace tiempo ciertos políticos hablaban ante los medios de comunicación ensalzando la labor de los empleados públicos del Guadalquivir, "hombres y mujeres que han dedicado su vida, con total profesionalidad, al empleo público, es, precisamente, que ahora se encuentran en una absoluta indefensión y temen por el desarrollo de su labor e incluso, por sus propios sueldos y puestos de trabajo”.
El tiempo transcurrió y actualmente esos hombres y mujeres se sienten absolutamente "ninguneados" por parte de aquellos que gestionan la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, por parte de aquellos que elogiaron su trabajo, "no nos contestan a ninguno de los escritos que enviamos y no cuentan con nosotros, cuando somos empleados públicos del Organismo". "Llevamos años denunciando como se otorgan nuestro trabajo y funciones a trabajadores y empresas externas, pero no nos hacen ni caso", "pedimos trabajo y nos lo niegan".
Se ha recibido un documento que parece ser se ha remitido al Secretario de Estado de Medio Ambiente. De nuevo se pone en conocimiento del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente un grave problema: La negativa del derecho al trabajo que los empleados públicos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir solicitan una y otra vez y que los gestores del Guadalquivir menosprecian, optando por convenios de colaboración con filiales de Tragsa y diversas empresas externas para trabajos de carácter jurídico, administrativo y técnico que requieren potestades públicas y la garantía de una política de aguas eficaz.
No nos queda otra que pensar que, en el fondo lo que ocurre, además de la cercanía a una posible privatización, es que muchos de los responsables de estos Recursos Humanos no han dejado de ser los típicos capataces de peones del XIX
Refrán del día: Uno corre tras la liebre y el otro, sin correr, la alcanza. 





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