domingo, 8 de marzo de 2015

8 de Marzo, y ¡SIEMPRE!, Día Internacional de la Mujer Trabajadora



El Día Internacional de la Mujer Trabajadora se “celebra” mientras se siguen suprimiendo los derechos conquistados por trabajadoras y trabajadores en Luchas pasadas. Luchas que si bien supusieron un avance, no llegaron a conseguir derribar todos los muros que el capitalismo levantó para defender sus intereses de opresión y explotación de clase. Muros de injusticia y desigualdad que el patriarcado mantiene sobre trabajadoras y trabajadores, pero que en el caso de nuestras compañeras, amigas, madres, hermanas, … se mide por encima de los que particularmente nos afectan a los hombres.


La supuesta liberación de la Mujer bajo el feminismo burgués no es más que, (como en el resto de las cuestiones elementales que confrontan con sus intereses capitalistas), una mera declaración de intenciones que ni quieren ni pueden llevar a cumplimiento en este sistema económico que es el capitalismo. Por ejemplo, no sirven para conseguir la Igualdad Salarial, (a igual trabajo que los hombres, igual salario que ellos), la imposición de la paridad en las listas electorales. Y aunque no esté contra las mismas, si lo estoy contra la falsa ilusión que el feminismo burgués pretende “vender” con la modificación de las leyes electorales, en vez de hacerlo con las laborales, ...unas no le tocan el bolsillo (equivale a sus intereses) a la burguesía y la otra sí. Por eso se conducen de esta forma, intentando crear la artificiosa sensación entre las mujeres de estar defendidas y representadas bajo el sistema económico actual.


Otra delicada cuestión es la relacionada con la violencia patriarcal, en la que el feminismo burgués modifica las leyes para “proteger” a las mujeres. Sin que pueda parecer, bajo ningún concepto, mi argumentación para aceptar o comprender la existencia en nuestra sociedad de este machismo violento, me atrevo a criticar la solución al mismo. Los cambios legislativos no están mal, y de la misma forma que cambiar la legislación electoral no es la solución a los problemas salariales, la del cambio legislativo al tratamiento de la violencia de género no lo es para con la existencia del mismo.
Se obvia, intencionadamente la raíz y las causas de la violencia machista en nuestra sociedad, ya que las mismas están íntimamente relacionadas como la forma de producción económica. Que se sustenta y provoca, el resto de problemas presentes en la sociedad, incluidos (claro está) los problemas que afectan singularmente a la Mujer. Sin justificarla, como dije antes, la realidad es que nuestros abuelos, nuestros padres, y nosotros mismos estamos aún bajo la influencia de la ideología dominante en la sociedad, la ideología de la clase dominante. Es decir, quien manda impone su pensamiento, o intenta hacerlo, por todos los medios a su alcance, sobre la mayoría social.
La España actual es la heredera de un pasado reaccionario, misógeno, nacional-catolicista, antisemita, anticomunista y represor de cualquier atisbo de pensamiento crítico con el régimen que durante 40 años adoctrinó a la población. Entre sus “valores”, la mercantilización de las mujeres, como un elemento de producción (les proporciona la prole, es decir la nueva mano de obra para sustituir a la vieja), las relegaba social, familiar, laboral y económicamente a un segundo plano, (quien tenga un mínimo interés, que consulte en lo relativo a la sección femenina de falange y verá)… se puede decir como ejemplos que perdió su derecho al voto y que no podía tener cuenta en el banco sin el permiso de su marido.
Grandes avances ha sufrido la sociedad desde entonces, grandes pero insuficientes, ya que además los mismos han sido forzados por la Lucha Revolucionaria, y no la reformista, que es la que se ha interpuesto entre las metas u objetivos finales, para seguir velando por los mismos intereses que hacían, y hacen, de la mujer un elemento más de la producción capitalista.
¿Ha roto esta sociedad con los roles y esquemas grabados a fuego durante estos 40 años?, ¿ha existido ruptura de los mismos por las organizaciones que llevan desde 1977 disputándose la gestión administrativa del sistema capitalista?, ¿es la solución a la violencia de género perseguir, únicamente, a los maltratadores, sin cuestionarse lo que el Estado les ha “inoculado” durante generaciones?


Además de la denominada violencia de género, la violencia patriarcal se puede medir en la minusvaloración de las cualidades personales y profesionales de las mujeres respecto a su proyección o carrera profesional, o el acceso al empleo, así como también en el mantenimiento de los roles que esta sociedad mantiene respecto a la mujer y “sus obligaciones” con el cuidado de la familia, el hogar, l@s enfermos, l@s recién nacid@s, l@s dependientes, etc... Un claro ejemplo de ello son las madres trabajadoras, dentro y fuera del hogar, que son víctimas de la doble explotación, con menor salario que sus compañeros hombres en el trabajo, y con la carga social del cuidado de los hijos e hijas.


Frente a la consigna burguesa del Día de la Mujer, sin más apreciaciones, es necesario seguir reivindicando este día, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8 de Marzo y ¡Siempre!. No es sólo una cuestión de género, también lo es político-económica, en el capitalismo no ha solución posible a los problemas de la mayoría social, y por lo tanto no la hay para los problemas de las mujeres.
Hoy es el día de las trabajadoras, que sacan adelante a sus familias y además se ven obligadas a trabajar o buscar trabajo en el campo, o en la ciudad, de las estudiantes que no pueden continuar siéndolo por las trabas económicas, las desempleadas, las jubiladas y las pensionistas, de todas las que están en Lucha por unas condiciones de vida dignas para ellas y sus familias. No es el día de quienes junto al patriarcado se aprovechan de la mercantilización de la Mujer para mantener sus “intereses”, no es el día de las Koplovich o las Leticias.


¡Acabemos con el patriarcado, derroquemos al capitalismo!


¡8 de marzo, y siempre, Día Internacional de la Mujer Trabajadora!



                       Antonio Pérez, delegado sindical de CTA.

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