Recientemente la fiscalía ha abierto diligencias para investigar el caso de las oposiciones para trabajadores de la Asamblea de Extremadura. Al parecer alguien “acertó” quienes serían los cinco “afortunados” de entre 353 aspirantes.
Pero esto en realidad no puede considerarse un escándalo en el sentido estricto del término. Todos sabemos que el “enchufismo” es una práctica habitual en la administración pública en Extremadura, ya sea en forma de “información privilegiada” por el suministro de las preguntas del examen o de plazas diseñadas “a la medida” del enchufado. Este parece ser el caso de la Asamblea de Extremadura y es una práctica, no ya habitual, si no sistemática en la administración local.
Desde CSU-Extremadura consideramos estas acciones como verdaderos actos de corrupción, tanto o más graves que los habituales, innumerables y cotidianos de apropiación de dinero público en nuestro país. Y es grave porque se trata en primer lugar de una malversación de fondos públicos puesto que las remuneraciones correspondientes a esos puestos de trabajo van a quien no corresponde legalmente. Pero sobre todo porque se está jugando con la vida de personas, generalmente en situación precaria, de desempleo, que ven como años de esfuerzos preparándose las oposiciones para acceder al empleo público son pisoteados por unos elementos corruptos que otorgan, mediante métodos fraudulentos los puestos de trabajo a sus allegados, quitándoselos a quienes verdaderamente se los merecen y corresponden.
Lo grave de este tema es su aceptación social y la resignación por parte de los trabajadores, lo que facilita que estas prácticas corruptas estén generalizadas y que los corruptos que las llevan a cabo no se sientan amenazados en ningún momento.
Pero esto en realidad no puede considerarse un escándalo en el sentido estricto del término. Todos sabemos que el “enchufismo” es una práctica habitual en la administración pública en Extremadura, ya sea en forma de “información privilegiada” por el suministro de las preguntas del examen o de plazas diseñadas “a la medida” del enchufado. Este parece ser el caso de la Asamblea de Extremadura y es una práctica, no ya habitual, si no sistemática en la administración local.
Desde CSU-Extremadura consideramos estas acciones como verdaderos actos de corrupción, tanto o más graves que los habituales, innumerables y cotidianos de apropiación de dinero público en nuestro país. Y es grave porque se trata en primer lugar de una malversación de fondos públicos puesto que las remuneraciones correspondientes a esos puestos de trabajo van a quien no corresponde legalmente. Pero sobre todo porque se está jugando con la vida de personas, generalmente en situación precaria, de desempleo, que ven como años de esfuerzos preparándose las oposiciones para acceder al empleo público son pisoteados por unos elementos corruptos que otorgan, mediante métodos fraudulentos los puestos de trabajo a sus allegados, quitándoselos a quienes verdaderamente se los merecen y corresponden.
Lo grave de este tema es su aceptación social y la resignación por parte de los trabajadores, lo que facilita que estas prácticas corruptas estén generalizadas y que los corruptos que las llevan a cabo no se sientan amenazados en ningún momento.
Nosotros venimos proponiendo un sistema de medidas que harían al menos muy difícil el enchufismo:
- Sistema de asignación aleatoria de preguntas mediante un programa inmediatamente antes de la realización de los exámenes
- Control de los procesos de oposiciones por todas las organizaciones sindicales que lo deseen y no solo por las domesticadas “mayoritarias” como hasta ahora.
- Establecimiento de un perfil general para el acceso a cada puesto de trabajo, evitando así las plazas “a medida”.
- Asignación automatizada de las vacantes en las bolsas de trabajo y control de estas por todas las organizaciones sindicales.
Sin embargo estamos seguros de que estas medidas no serán adoptadas por la administración, demostrando que tiene la clara voluntad de seguir con estos procedimientos fraudulentos. También estamos seguros de que ninguno de los “sindicatos” amarillos, ya sean “oficiales” o “alternativos” va a mover un dedo en esta dirección. A ellos también les corresponde una parte del pastel.
Solo con la concienciación de los trabajadores, su organización y movilización se podrán conseguir cambios reales.
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