Sr. Presidente:
Es usted conocedor de la Huelga General que se celebró el pasado día 14 y del amplio seguimiento que ésta registró. En todo caso sabe de la amplísima participación de trabajadores y trabajadoras y de la ciudadanía en general en las manifestaciones que desde la mañana a la tarde se convocaron por todo el Estado español.
Huelga y masivas manifestaciones son dos caras de la misma moneda. Ambas expresan el profundo descontento y malestar de amplísimos sectores de la sociedad hacia las políticas diseñadas en Europa para enfrentar la crisis y las que usted aplica desde el Gobierno de España.
La reacción del mundo del trabajo y de la sociedad civil se explica, como usted mismo ha dicho entender en más de una ocasión, por el sufrimiento que está generando el paro; por la angustia que provoca el temor a perder el empleo; por la desesperanza que se siente al buscar y no encontrar trabajo; por la penuria que está generando la caída de los salarios cuando para mayor desgracia suben los impuestos y los precios, por la humillación que supone para los empleados públicos que se les desacredite social y profesionalmente para luego rebajarles los salarios, quitarles la paga extra y facilitar el despido del personal laboral; por la falta de expectativas de los jóvenes para acceder al mercado de trabajo; por la incertidumbre que supone tener que emigrar, sobre todo cuando ésta no es una opción que se adopta voluntariamente sino por desesperación; por la preocupación de que las pensiones no permitan llegar a fin de mes;…
Esta reacción se explica porque cuando más se necesita de las redes de protección y de los servicios públicos que han sido concebidos para asegurar el bienestar de la sociedad y proteger a los más débiles, vemos como todo ello se deshace como un azucarillo: las prestaciones por desempleo se reducen y se limita el acceso o directamente desaparecen otro tipo de prestaciones sociales; se devalúa el derecho del trabajo; la educación y la sanidad pierden su carácter universal y gratuito; se retrasa y restringe el acceso a la atención para las personas dependientes, y a las que percibían las ayudas éstas se les recortan en un 15%; desaparecen los programas de atención a los más necesitados; se recortan las partidas para la cooperación; se abandona la agricultura y al medio rural, por la pérdida de la vivienda al no poder hacer frente a la hipoteca…
La reacción del mundo del trabajo y de la ciudadanía se entiende cuando, junto a todo ello, vemos como los sectores más pudientes de la sociedad no contribuyen de la misma manera a enfrentar la crisis o incluso mejoran su posición económica y social al calor de ella. Esta reacción se explica, finalmente, cuando después de cinco años de crisis y más de dos y medio de políticas de austeridad no hay ningún indicio fiable, y usted lo sabe porque hasta las instituciones europeas se lo han dicho, de que la vayamos a superar en un plazo razonable....
¿Cuántos parados y paradas más deberemos contabilizar? ¿Cuántos jóvenes más deberán emigrar? ¿Cuál es el límite para que el crecimiento de la pobreza sea soportable en una sociedad desarrollada? ¿Cuánto tiempo más debemos esperar a que estas políticas surtan efecto?
Las políticas de austeridad han fracasado.El sufrimiento que están generando no es soportable por más tiempo. Cuanto antes reaccionemos antes evitaremos que nuestra economía se siga deteriorando y que las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad y la calidad de nuestra democracia se degraden de forma irreversible...
Le pedimos, tras la magna demostración de conciencia cívica que supuso la jornada del 14 de noviembre, que cambie sustancialmente la orientación de sus políticas. No le pedimos que modifique sus convicciones ideológicas, le pedimos que renuncie al dogmatismo y que rectifique ante una realidad tozuda que ha puesto de manifiesto lo que algún premio Nobel de economía ya aventuraba; que solo con austeridad no se ha salido nunca de ninguna crisis por la que el mundo ha atravesado. Hay otra salida. Hay otra salida si en Europa y en España se marcan plazos más dilatados para reducir el déficit; si hacemos compatible la austeridad con los estímulos a la actividad económica y la creación de empleo; si procedemos a una reforma fiscal que procure incrementar los ingresos necesarios de manera, suficiente, justa y equitativa, renunciando a amnistías fiscales y persiguiendo de manera decidida el fraude; si apostamos por cambiar las bases en las que se ha venido sustentando nuestra economía e impulsamos una política industrial competitiva y volcada en la investigación y en la innovación tecnológica y en el respeto al medio ambiente; si mejoramos nuestro sistema educativo público garantizando al tiempo calidad y equidad; si preservamos la calidad del sistema de salud que vela por la calidad de vida de los ciudadanos y aporta valor añadido en investigación y desarrollo tecnológico; si mantenemos las redes de protección y los servicios públicos como un factor de justicia, pero también como dinamizador económico,…
En definitiva, hay salida si apostamos por una economía y una sociedad más cohesionada donde contribuyan más los que más tienen. Usted es perfectamente consciente de que las sociedades nórdicas han soportado mejor los envites de la crisis porque disponen de una economía más innovadora y un sistema de garantías sociales más desarrollado.
Ahora que está en trámite el proyecto de Ley de PGE para el año 2013 tiene la oportunidad de corregir la orientación de estas políticas. Retire el proyecto y promueva su reelaboración. Todos hemos conocido las previsiones de la UE y hemos tenido ocasión de confirmar que su Gobierno presentó unos Presupuestos que se sustentan sobre unas previsiones de crecimiento económico totalmente ficticias. Todos sabemos que el proyecto profundiza en la política de austeridad recortando inversión y detrayendo recursos de la protección social y de las políticas públicas. Todos sabemos de la ambigüedad, creemos que calculada, con la que se aborda la revalorización de las pensiones. Ambigüedad que contrasta con la pretensión explícita de modificar el acuerdo de pensiones vigente cuando todavía no ha entrado en vigor.
Recupere el valor diálogo social y político, huya de la prepotencia y el mesianismo y teja los más amplios consensos. Empéñese en fomentar la negociación colectiva y en respectar sus acuerdos y deje de gobernar por la vía del Decreto Ley.
Si usted considera que no está en condiciones de promover ese cambio busque al menos el aval de la ciudadanía, porque usted mejor que nadie sabe que los ciudadanos que le permitieron ganar las elecciones avalaron con su voto un programa electoral sustancialmente diferente al programa de gobierno que está aplicando. Usted mismo lo ha reconocido. Devuelva la palabra a la ciudadanía, contribuya a la revalorización de nuestra democracia y evite el crecimiento de la decepción y el escepticismo frente a la política y las instituciones por las que ésta se encauza.
Sr. Presidente convoque usted un Referéndum. Usted tiene potestad para hacerlo, nuestra Constitución contempla este recurso ante situaciones excepcionales y ésta lo es.
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