La Federación Sindical Mundial sigue con preocupación los acontecimientos acerca de la vida y el trabajo de las y los trabajadores domésticos en todo el mundo. Las y los trabajadores domésticos enfrentan condiciones laborales extremadamente negativas y difíciles que empeoraron durante la pandemia del COVID-19.
Según la OIT, hay 67 millones de trabajadores domésticos en todo el mundo y el 80% de ellos son mujeres. A menudo trabajan sin contrato, lo que significa que pierden los derechos laborales necesarios y no tienen protección legal. Son vulnerables al impago de salarios y despidos que fueron generalizados durante la pandemia.
En Argentina el porcentaje de trabajadores domésticos que trabajan en el trabajo informal es del 70%, mientras que solo el 33% de las/ los que tienen contrato recibieron el salario completo mientras no iban a trabajar debido a la Pandemia. El resto no se les pagaría si no iban a trabajar por culpa del Coronavirus, por lo que se vieron obligados a ir a riesgo de su salud pero también sin la licencia necesaria durante el confinamiento.
Asimismo, en Ecuador no hay contratos y el 85% de las y los trabajadores domésticos fueron despedidos durante los primeros meses de la pandemia. En Río de Janeiro, Brasil, la primera muerte por COVID-19 fue la de una trabajadora doméstica de 63 años que se contagió de COVID-19 por su jefe después su regreso de un viaje a Italia. Se estima que hay 6,1 millones de trabajadores domésticos en Brasil, mientras que solo el 4% de ellas/ ellos están organizados en su sindicato.
La situación es desoladora en todas partes del mundo, por ejemplo en Indonesia, donde hay 4,2 millones de trabajadores domésticos, una encuesta reveló que recibían solo el 20-30% del salario mínimo de su país. En Oriente Medio, hay 2,1 millones de trabajadores domésticos que son migrantes de Sri Lanka, Filipinas, Bangladesh, Nepal, Indonesia, Kenia y Etiopía, donde, según informes de la OIT, muchas veces no se les paga en absoluto por su trabajo. En los países del Golfo, sus jefes tienen visas y no pueden cambiar de jefe sin su permiso. En otros países, como Túnez, las y los trabajadores domésticos dicen que fueron los primeros en ser despedidos, mientras que en Hong Kong y Singapur la ley les obliga a quedarse con sus empleadores, por lo que durante la pandemia no pudieron quedarse en otro lugar ni siquiera en sus días libres, debido al confinamiento.
En Europa la explotación también es muy grande, con terrorismo, despidos, violencia sexual.
Todo lo anterior resalta la gravedad de la situación de las y los trabajadores domésticos, la gran mayoría de los cuales laboran en el trabajo informal, se reciban un salario de miseria, trabajan dentro de las casas de sus empleadores haciendo trabajos pesados e insalubres, desprotegidos de cualquier tipo de violación.
Los sindicatos deben intensificar su acción y tomar nuevas iniciativas para proteger y mejorar las condiciones laborales de estas/ estos trabajadores, exigiendo medidas de apoyo inmediato a los despedidos durante la Pandemia, trabajo con derechos para todas/ todos los trabajadores domésticos.
¡Invitamos a todas/ todos los trabajadores a unirse a sus sindicatos! ¡Solo la lucha organizada dará soluciones, por eso necesitamos una participación activa en los sindicatos, sindicatos de clase y lucha militante!
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